Quisiera ahorrar todo lo que produce un quiebre en nuestra corriente, todas las intermisiones y las intromisiones. Quisiera poder reír todo el día de doce a doce, luna en luna y en todas sus caras y facetas. Muy seguido me pregunto, si el mundo no me hubiese dado previas impresiones y tropezones, si la luz siempre hubiese significado lo mismo, y la oscuridad no me diera miedo, ¿te habría conocido?
Cuando la incertidumbre se vuelve duda y me quiebro en penumbras, me posee esta premonición de que "nada irá bien", lo que me salva es pensar en que no cambiaría nada, porque quisiera conocerte, una, una y otra vez.
Cuando te estoy cuidando no siento la necesidad de recordarlo, cuando soy ese calor que aleja el frío y la llama que incinera lo dañino, cuando puedo limpiarte de todo lo que te hizo sentir poco pulcro, es verdad, me genera orgullo, me genera satisfacción y me hace sentir capaz.
Pero es cuando no acontece nada explícito en particular, cuando compartimos un silencio y todas las canciones resuenan dentro, yo se que compartimos la melodía, sé que estamos en armonía. Cuando te dedico mi primero y último pensamiento y sólo añoro cuando comparto la energía de tu vida, se que es amor.
En tus ojos hay un escudo, sólo me importa mi reflejo cuando lo encuentro en ellos, cautivado por vos es subestimar el sentimiento, desdeñar el pensamiento, soslayar el firmamento.
Decir "es la verdad", "tengo razón" o "estoy seguro de que" es plena demostración de lo minúsculos que somos aspirando ad(o/a)ptar al mundo.
Nada de eso realmente importa ahora. El amor trasciende las vulnerabilidades de la individualidad, es el único sentimiento que me hace creer en la posibilidad de un Dios, que me permite creer que se puede crear sin destruir, que me quita las ganas y el miedo a morir, que epitoma la antonimia de las cicatrices dejadas en el mundo por mi especie.
"Valer la pena" el amor verdadero no conoce el sacrificio.
Creo arrimarme a la casta certeza cuando mi insignificancia me dicta que el deseo es el nemesis del amor, pues el deseo consume hasta que el interés cesa y el amor sólo produce e inspira crecimiento, el deseo es producto de un formato de sociedad y el amor es una experiencia espiritual, desear es reproducción pura e incuestionable de todo lo que almacenamos en los anales de nuestro legajo humano y el amor es un segundo corazón latiendo por vos invulnerable e inmune al paso del tiempo o espacio. El deseo es fiel reflejo de la fusión de nuestro egoísmo, miedo a la soledad (miedo a la muerte) e intereses que nos rigen como caballos enceguecidos, el amor no tiene reflejo, no tiene forma, no tiene definición y no tiene límites.
Si algún día muero prematuramente, tuve una vida prístina y magnífica, grandiosa y sublime, épica y formidable, porque amé.
Cuando la incertidumbre se vuelve duda y me quiebro en penumbras, me posee esta premonición de que "nada irá bien", lo que me salva es pensar en que no cambiaría nada, porque quisiera conocerte, una, una y otra vez.
Cuando te estoy cuidando no siento la necesidad de recordarlo, cuando soy ese calor que aleja el frío y la llama que incinera lo dañino, cuando puedo limpiarte de todo lo que te hizo sentir poco pulcro, es verdad, me genera orgullo, me genera satisfacción y me hace sentir capaz.
Pero es cuando no acontece nada explícito en particular, cuando compartimos un silencio y todas las canciones resuenan dentro, yo se que compartimos la melodía, sé que estamos en armonía. Cuando te dedico mi primero y último pensamiento y sólo añoro cuando comparto la energía de tu vida, se que es amor.
En tus ojos hay un escudo, sólo me importa mi reflejo cuando lo encuentro en ellos, cautivado por vos es subestimar el sentimiento, desdeñar el pensamiento, soslayar el firmamento.
Decir "es la verdad", "tengo razón" o "estoy seguro de que" es plena demostración de lo minúsculos que somos aspirando ad(o/a)ptar al mundo.
Nada de eso realmente importa ahora. El amor trasciende las vulnerabilidades de la individualidad, es el único sentimiento que me hace creer en la posibilidad de un Dios, que me permite creer que se puede crear sin destruir, que me quita las ganas y el miedo a morir, que epitoma la antonimia de las cicatrices dejadas en el mundo por mi especie.
"Valer la pena" el amor verdadero no conoce el sacrificio.
Creo arrimarme a la casta certeza cuando mi insignificancia me dicta que el deseo es el nemesis del amor, pues el deseo consume hasta que el interés cesa y el amor sólo produce e inspira crecimiento, el deseo es producto de un formato de sociedad y el amor es una experiencia espiritual, desear es reproducción pura e incuestionable de todo lo que almacenamos en los anales de nuestro legajo humano y el amor es un segundo corazón latiendo por vos invulnerable e inmune al paso del tiempo o espacio. El deseo es fiel reflejo de la fusión de nuestro egoísmo, miedo a la soledad (miedo a la muerte) e intereses que nos rigen como caballos enceguecidos, el amor no tiene reflejo, no tiene forma, no tiene definición y no tiene límites.
Si algún día muero prematuramente, tuve una vida prístina y magnífica, grandiosa y sublime, épica y formidable, porque amé.